lunes, 23 de abril de 2012

La Monogamia Si Paga

Todo niño sueña en algún momento de su infancia con ser futbolista en dos equipos, en la selección de su país y en el equipo de sus amores. Nunca se piensa en esos tiernos años en nada mejor que vestir la camiseta del equipo del que se es hincha para imaginarse que años más tarde ese mismo niño se cansará de meter goles y un día levantará en sus manos la copa de algún importante torneo para convertirse en ídolo y salir en hombros del estadio para su casa. El que no haya soñado con ese momento o no tuvo infancia, o jamás amó el fútbol.

En los comienzos de la era profesional, los jugadores ya adultos también se debían a unos colores, a un solo escudo y a una sola hinchada; era impensado estar cambiándose de bando y el dinero era solo un factor más de la naciente pasión por la pelota alrededor del planeta. Los futbolistas en amplia mayoría tenían otros oficios en la semana, pero el domingo panaderos, guardias civiles, carniceros, albañiles y oficinistas se vestían de cortos para juntarse con los amigos del barrio y divertirse con la esférica. Así nacieron los primeros equipos, como grupos de amigos que a lo largo de los años dieron con su juego un sentido real de pertenencia a ciertos barrios y a ciertas ciudades, con lo cual también se forjaron las primeras rivalidades y los primeros clásicos.

Pero con el pasar de los años, el mundo se fue volviendo más complejo y el dinero comenzó a tomar protagonismo en el deporte y el fútbol no fue ajeno a ello. En Europa y América Latina desde los años 30, muchos jugadores se atrevieron a viajar a otros países con el ánimo de buscar mejores rumbos o simplemente por tener un espíritu aventurero dejaron atrás sus pueblos natales para explorar el mundo. Muchos argentinos por mencionar un ejemplo, hicieron fama en Italia donde se nacionalizaron luego para jugar con la Squadra Azzurra campeona de los mundiales del 34 y del 38.

A Colombia llegaron a comienzos de los años 50 muchas de las estrellas argentinas de River Plate, que por causa de una huelga de futbolistas debieron emigrar a naciones septentrionales para no estancar su carrera, fue así que Rossi, Pedernera, Di Stefano y compañía arribaron al Club Deportivo Los Millonarios, para forjar la llamada Época del Dorado, donde la consecución de varios campeonatos y un vistoso juego que alcanzó niveles internacionales, les permitió el reconocimiento incluso en el viejo continente.

Esos primeros cracks llegados de tierras sureñas fueron una especie de padres de la liga Colombiana, pues nutrieron con su magia el incipiente fútbol local que sin embargo para esos años ya despertaba toda la euforia del caso tanto en hombres como en mujeres. Y entre más años transcurrieron, más extranjeros poblaron las diferentes ligas del mundo, con lo que el tema económico cobró protagonismo, pues los equipos grandes se fijaron en la importancia de montar estructuras que apalancadas en su poder adquisitivo les permitiera conseguir refuerzos venidos de latitudes lejanas, así surgieron los primeros caza talentos que posteriormente derivarían en los empresarios y representantes de la actualidad.

Con esos antecedentes, el sueño del niño de jugar toda la vida solamente en su equipo favorito para llenarlo de alegrías y gloria fue cada vez más difícil, pues los genios de la pelota comenzaron a ser tentados desde temprana edad para irse a clubes grandes y poderosos, que con el afán de alcanzar títulos y por ende ganancias económicas, les ofrecían jugosos contratos, comodidades y una vida llena de lujo y fama, elementos que una mayoría de los casos brillaron por su ausencia durante la infancia y parte de la juventud de los futbolistas, casi todos de humilde origen en sus ciudades y países.

Es una realidad que en estos tiempos se diga que todo el mundo tiene un precio, el dinero manda en casi todas las actividades de la humanidad, el deporte no es la excepción a dicho dogma y por ello los jugadores de hoy en día se venden al mejor postor sin pena alguna, atrás quedan los ideales del amor a una sola camiseta; el vínculo con el primer equipo que muchas veces es también el equipo amado se rompe fácilmente y los contratos se vuelven lo más importante para el jugador profesional. A veces por plata pueden marcharse hasta al equipo archirrival sin sonrojarse siquiera, como lo hiciera el portugués Luis Figo, ídolo y capitán del Barcelona FC quién por dinero vendió su alma y se fue al Real Madrid para que desde entonces fuera considerado el enemigo público de muchos en Catalunya y a quién por ese episodio le apodaron El Pesetero.
Titular del Diario Marca del 1er Derby de Figo en Barcelona, como jugador del Real Madrid.
Pero a diferencia de Figo, en la televisión colombiana tuvimos el buen ejemplo de Frigo, el amigo atolondrado de Pilarica en la comedia de televisión de los años 90 Tentaciones, quién inició y culminó en dicha serie su cortísima carrera actoral en la pantalla chica, sin venderse a otro programa o a otro canal para tranquilidad de todo el país; pero mientras las estrellas futbolísticas de hoy pasan de un club a otro, yo no imagino a Daniela Franco de Padres e Hijos en su momento de más sintonía, vendiéndose al canal RCN por unos refrigerios adicionales en su contrato, para hacer de doble de Barney o de hermana de Marbelle porque talento y medidas para eso tenía de sobra, pero Ana Victoria (su nombre de pila) prefirió entregar con total fidelidad toda su carrera al dramatizado favorito de las empleadas del servicio de todo el país por más de 15 años, para retirarse después al anonimato.
Frigo y su único papel en Tentaciones.
Lo que si queda claro es que la plata manda en todos los ámbitos, para no ir más lejos, figuras como Cristiano Ronaldo, Fernando Torres, Zlatan Ibrahimovic, Sergio Agüero, Radamel Falcao García, Kaká, Arjen Robben,  Diego Forlan entre otros ya han pasado por diversos equipos y es algo normal en la actualidad.

Pero ¿no es más admirable un jugador que siempre vistió la misma camiseta? ¿Así como Ramoncito o Ramiro de la Espriella (Costeño tenía que ser) en Dejémonos de Vainas que duraron 14 años fieles a la Familia Vargas y a Coestrellas? Pienso que si es más admirable y efectivamente hubo jugadores que se la jugaron por una sola escuadra durante toda su carrera y se retiraron después con muchos títulos, pero quizás de una manera más digna respetando sus afectos y dándolo todo por la casaca de sus apegos.
Ramoncito, fiel a un solo programa de Tv por 14 años.
Cabría mencionar del Milán AC a Paolo Maldini y a Franco Baresi (el equipo retiró sus camisetas en honor a ellos para que nadie más las use, la número 3 del primero y la número 5 del segundo); Giusspe Bergomi del Internazionale de Milán; Francesco Totti y Daniele De Rossi de la Roma; Paul Scholes, Gary Neville y Ryan Giggs del Manchester United; Tony Adams del Arsenal FC; Steven Gerrard y Jamie Carragher del Liverpool; Manolo Sanchís e Iker Casillas del Real Madrid; Andrés Iniesta, Xavi Hernández y Lionel Messi del Barcelona FC (a la fecha); Sepp Maier y Bastian Schweinsteiger del Bayern Munich; Julen Guerrero del Athletic de Bilbao; Ricardo Bochini del Independiente de Avellaneda; Antonio Rattin de Boca Juniors y Reinaldo Merlo de River Plate. De todos estos hombres no hay uno solo que no sea importante, hay en esta lista (aunque hay más ejemplos) campeones de ligas locales, de Copas Libertadores de América, de Copas América, de Eurocopas, de Copas de Campeones de Europa y hasta de Mundiales FIFA.

Estos héroes dirá la historia, fueron leales a un sentimiento, respetaron su origen, retribuyeron con títulos la devoción de sus hinchas y también han tenido ingresos millonarios, pero están en un selecto grupo de hombres que ante todo fueron fieles a su primer amor, con esa monogamia por un solo equipo  escribieron en mayúscula su título de ídolos.

viernes, 20 de abril de 2012

Pool McCarty, El Piscinero Billarista

Papá me enseñó desde pequeño, que la vida es más fácil si uno aprende a reírse de sus propios defectos. Tempranamente yo aprendí a reírme de los míos, también aprendí a reírme de los defectos de los demás, pero siendo honesto aprendí a hacerlo de una manera más profesional de los defectos del país.

Gracias a Dios a lo largo de los años en esta patria heterogénea, he sido testigo de curiosos acontecimientos, por ejemplo somos el único país del mundo en la historia que rechazó hacer un mundial de fútbol de mayores en 1986, el cual nos había sido otorgado por la FIFA desde 1974. Faltando un año, el gobierno del presidente Betancourt declinó el compromiso invocando falta de recursos y el certamen se reasignó a México quién si gozó con la magia de Maradona.

Lo bueno es que entre más años pasaron, más momentos delirantes viví por mi afición al fútbol colombiano. Me he encontrado con todo tipo de situaciones y de frases impensables como “Víctor (Hugo Aristizabal) es el mejor jugador del mundo sin balón”, del trovador y entrenador Antioqueño Hernán Darío Gómez; o “perder es ganar un poco” del filósofo y dentista Francisco Maturana; o “al equipo que cojamos mal parado lo goleamos” de la cabeza más brillante del futbol local, Javier Álvarez o la contundente “Yo soy mejor que Messi”, de Hugo Rodallega, jugador colombiano del Wigan Athletic quien en la actualidad y nuevamente está con ese equipo peleando por salvarse del descenso en la Premier League.

Pero, ¿Qué sería de la vida en este terruño sin las irrepetibles anécdotas que nos regalan a diario jugadores, entrenadores, directivos y periodistas? ¿Cómo olvidar deshonrosos recuerdos como el llamado Londrinazo en el preolímpico sub 23 de Brasil en el año 2.000? allí solo podíamos quedar eliminados del cuadrangular final perdiendo por cinco goles con Brasil en el último partido de la primera ronda y terminamos perdiendo 9-0 por poner suplentes al comienzo del encuentro!

Sin embargo cada año me regocijo más de ese tipo de anécdotas, les veo el lado amable y me río hasta dónde puedo de ellas; el 2011 me regaló un momento memorable, la FIFA le había otorgado la sede a Colombia para que acogiera el mundial sub 20, sin embargo la ceremonia inaugural fue uno de los eventos más graciosos que pude ver en toda mi vida. Aunque Barranquilla y el gobierno invirtieron cientos de millones de pesos en el evento, al momento de ejecutarlo en la cancha del estadio Metropolitano, el show fue un absoluto despropósito, bailarinas pasadas de peso que parecían empacadas al vacío corrieron sin dirección por toda la cancha, niños y saltimbanquis chocaban entre sí y para completar tal improvisación aparecieron cantando Jorge “Todas mis canciones son iguales” Celedón y Juan “No figuro ni a nivel nacional hace 20 años” Piña, quienes por más que fueran ídolos regionales no eran idóneos para un evento mundial. Explicaciones sobraron desde Barranquilla, pero el ridículo ya estaba dando la vuelta al mundo y una vez más, di gracias al cielo por ser testigo de ello.
Esbelta bailarina en la inauguración del mundial sub 20.
Para mi buena suerte, en enero de este año se destapó un escándalo entre dos ex árbitros del fútbol profesional colombiano, donde uno demandó al otro por cogerle el pito sin permiso, es decir por acosarlo sexualmente; a los medios de comunicación se les hizo agua la boca, la noticia creció y el país nuevamente fue la comidilla de la prensa deportiva del mundo. En medio del alboroto uno de los miembros del comité ejecutivo de la Federación Colombiana de Fútbol, el Sr. Álvaro González Alzate dijo conocer desde hacía mucho tiempo de rumores que aseguraban que prácticas homosexuales se relacionaban permanentemente con el arbitraje nacional, lo que agudizó la crisis. Días después en una entrevista el Sr. González aseveró que el homosexualismo era una enfermedad demostrada científicamente, que había que curarla y de paso seguir con las investigaciones para llegar hasta el fondo o mejor hasta el fundillo del asunto. La opinión pública se le vino encima al troglodita directivo quien tuvo que pedir excusas y desde entonces ya casi no habla.

Pero este suelo no se cansa de regalarnos chascarrillos, hace tan solo unos días se conoció la excelente noticia que el ex Beatle Sir Paul McCartney haría un concierto en Bogotá, lo que revolucionó las redes sociales por la importancia del recital en suelo capitalino. Un periodista llamado Jorge Bermúdez y a quién apodan El Patrón (como al futbolista), alguien que se jacta públicamente de ser amigo personal del Bolillo Gómez como si eso le diera más credibilidad y quien trabaja para RCN radio y Telmex, publicó en su cuenta de Twitter (@jorgebermudezh) lo siguiente: La tarima de Pool Mccarty no podrá estar sobre la cancha. Estará en la zona sur del Campin.”
Foto de Jorge Bermúdez en sus primeros años.
El comentario simplemente generó el colapso de la red social con toda clase de burlas por la pifiada escritura del nombre del músico británico y en pocos minutos el tema se volvió trending topic mundial. Todo tipo de preguntas surgieron entre los twitteros, ¿quién era ese Sr. Pool Mccarty? ¿Un imitador de Sir Paul en “Yo Me Llamo”? ¿El líder de un grupo tributo originario de Melgar? ¿Acaso era el nuevo presidente de la liga de billar? ¿O era un nuevo instructor extranjero del Acuaparque? Los cuestionamientos  cargados de acidez sobraron, se escribieron mensajes con reclamos a los organizadores del concierto porque si el que venía era Pool y no Paul, no tenían sentido prestar el estadio, ni mucho menos cobrar tan caras las boletas.

Es cierto que al comienzo todo fue muy gracioso con el impase, pero con el pasar de los minutos hubo indignación. Todos criticaron a Bermúdez por el craso error, pero aunque la ignorancia no es pecado, si lo es justificar obstinadamente las faltas propias. El Patrón se defendió alegando que él era un periodista deportivo y no de farándula, algo risible si se tiene en cuenta que solo buscando en google hubiera podido confirmar la correcta escritura del nombre de la estrella inglesa si es que tenía dudas al respecto, pero su argumentación fue tan pobre cómo las intervenciones de Andrés Marocco en ESPN o la interpretación del himno nacional de Shakira, pues al final se estaba hablando de un ex Beatle y no de los hermanos Monroy o del Sr. De Los Anillos: Pastor López. Anoche después de tanta especulación se presentó Sir Paul McCartney en el Campín, realizó un show histórico e impecable, pero los que esperábamos a Pool nos quedamos con las ganas de conocerlo.

Mentiría si digo que no me divierto con tantos desaciertos que pasan acá, también sería estúpido e insensato de mi parte generalizar negativamente a todos los periodistas, pues maestros como Hernán Peláez Restrepo merecen todo mi respeto y admiración, pero observando a otros comunicadores que nadan en su oscurantismo a diario como el Sr. Marocco, el Sr. Bermúdez o el Sr. Casale, solo restaría recordar la frase del desaparecido Jaime Garzón (Q.E.P.D.) cuando encarnando al lustra botas Heriberto De La Calle, su personaje más querido, afirmó: “ Ahora que ya soy periodista, voy a validar el bachillerato!”.

martes, 17 de abril de 2012

Teo, El Poeta Que No Sabía Leer

Esperar que un jugador de fútbol criado en un barrio pobre de Barranquilla se comportara como la gente apenas ganara unos pesos, es tan absurdo como esperar que Carolina Cruz conjugue bien el verbo To Be o que Rojas Birry se lave el pelo al menos una vez al mes.

Sin embargo, el país futbolístico si esperaba que Teófilo Antonio Gutiérrez, la naciente figura del fútbol caribeño y nacional, tuviera al menos un norte que lo consagrara como ídolo de la redonda.

El pequeño Teo nació en 1985 en un hogar de origen humilde, se inició como goleador de la segunda división del fútbol colombiano en 2006 con el Barranquilla FC. En tan solo un par de años se hizo figura con el Atlético Junior, en el torneo de primera división donde durante los primeros meses tuvo que batallar contra otros delanteros consolidados para buscar una oportunidad que le diera la titular del equipo tiburón; en el finalización 2008 llegó a 11 goles, quedando tercero en la tabla de anotaciones del rentado nacional, para el apertura 2009 alcanzó el botín de oro con 16 dianas y en el finalización 2009 queda segundo en la tabla de goleo con 14 tantos.

El 2010 comenzó para Teo con su traspaso al fútbol Turco, al Trabzonspor quien pagó por la compra de sus derechos deportivos un  poco más de 3 millones de dólares. Sin embargo el goleador pasó en blanco el primer torneo y al final del año sumó algunos goles pero no como el mismo delantero letal y efectivo venido del Caribe colombiano, empezaron los problemas de adaptación y el Barranquillero comenzó a quejarse de todo, a extrañar la comida, la música, el calor de su tierra y quien dice que no, hasta el carnaval propio de su amada arenosa, solo alegaba que debía cambiar de rumbo y pronto.

De un día para otro, hizo maletas con su familia y se devolvió para Colombia sin avisar a su club al menos por simple cortesía y sentido común, que se marchaba, simplemente decidió volar y dejar botado el trabajo sin importarle absolutamente nada. Los dueños del club turco se indignaron y comunicaron que pararían a Teo por incumplimiento de su contrato, impidiéndole jugar en otra parte y que de llegar a darse la posibilidad demandarían ante la FIFA el molesto y grosero hecho.

Teo increíblemente se sintió intocable, trastornado por su fama y con muchos euros en la cuenta, hizo oídos sordos y no fue capaz si quiera de pedir excusas al club que le dio la oportunidad de dar el salto al viejo continente; los rumores que llegaron desde La Arenosa, dejaron ver que el mismo círculo cercano del goleador lo aconsejaba mal, su familia se volvió cómplice y sus amigos adularon su deserción sin hacerlo entrar en razón, que su carrera estaba en riesgo por no poder jugar en ninguna parte del mundo fútbol profesional.

Pasaron algunos meses y cuando todo apuntaba a que la carrera de Gutiérrez había llegado a un prematuro final, apareció un grupo inversor privado de varios miembros que se hicieron cargo del problema con el equipo Turco logrando realizar una transacción para adquirir su pase, abriendo de nuevo el horizonte para la potencial figura. Paso seguido cerraron el acuerdo para que Teo fuera a jugar al Racing Club de Avellaneda, un equipo de los cinco grandes de Argentina, donde para ese entonces ya estaba su compatriota Giovanni Moreno.

En 2011, durante el clausura argentino el goleador recuperó su nivel y elevó su repertorio para hacerse en unos pocos partidos ídolo de la parcial de la Academia tornándose insignia del club. La carrera del Colombiano se recuperó, despegó y sobrepasó las expectativas, su nombre volvió a sonar en muchos países para ocupar páginas importantes en sus libros de transferencias, pero Racing quería explotar por más tiempo su magia y su olfato goleador, no obstante el costeño hizo un torneo apertura el mismo año para olvidar y comenzó a figurar más por lo malo que por lo bueno, más por temas anti futbolísticos que por los goles marcados meses atrás.

Empezó a sufrir amonestaciones y expulsiones, se peleó con rivales, provocó hinchadas adversarias y aunque marcaba goles, su rendimiento como ariete racinguista decayó notablemente; al regreso de una convocatoria suya a la selección Colombia se negó a viajar con Racing a la provincia de San Juan al norte de Argentina y días después salió expulsado en el partido más importante del torneo contra Boca Juniors cuando su equipo peleaba el último chance por el campeonato argentino contra el combinado Xeneize. El comportamiento de Teo levantó ampolla en el interior del vestuario con sus propios compañeros y la estrella comenzó a perder su brillo. 
Pelea de Teo con un compañero en un entrenamiento de Racing, 2011.
Llegado el verano 2012 el ego de Teo se agrandó sin razón y declaró que quería jugar solo en Boca Juniors o en River Plate, ofendiendo a la hinchada académica que lo respaldaba a muerte y quien lo había convertido en ídolo. Los dirigentes creyendo aún en el colombiano, le ajustaron su salario quedando como el segundo mejor pago de Argentina solo detrás de Juan Roman Riquelme, con lo que lo convencieron de seguir en el equipo.

Paralelamente Alfio Coco Basile llegó al banco técnico de Racing para buscar el campeonato esquivo desde hace más de diez años, y de paso recuperar y enderezar el camino de Teo, a quién dio su voto de confianza. En pleno torneo de verano el costeño volvió a marcar para el conjunto de Avellaneda y parte de la hincha lo perdonó tratando de dejar atrás los malos ratos. Pero desde enero Teo chocó con varios contrarios en las canchas, los agredió física y verbalmente, en lugar de aprender de sus errores, siguió inflando su ego, siendo provocador y se creó una mala fama en todo al país gaucho por sus groserías pero aún más por sus niñerías. Los rumores de una mala relación con su propio vestuario crecieron, los dirigentes lo desmintieron, pero ya se había abierto una grieta con sus compañeros y se vio a un jugador soberbio que no se arrepentía de nada, que no pedía disculpas, que no pensaba en su equipo y que además se creía el mejor del mundo.
Una de las expulsiones de Teo en Argentina.
Desafortunadamente para Racing, Teo reincidió en las expulsiones y la última, la del pasado 14 de abril en el clásico de Avellaneda contra Independiente, su archirrival histórico, terminó en un bochorno mayúsculo. Aunque la academia arrancó ganando con gol del Atlantisense, el partido acabó con un lapidario 4-1 a favor de los diablos rojos y con el otrora ídolo, expulsado de nuevo. Dicen que en el vestuario Sebastián Saja, arquero y capitán de los racinguistas increpó a Gutiérrez y llegó a golpearlo con otros compañeros por la irresponsabilidad de haberse hecho expulsar de nuevo, Gio Moreno el otro colombiano se metió a separarlos y también salió golpeado, todo fue un caos, la pelea incluyó hasta dirigentes que encolerizados y exaltados quisieron calmar su ira con Teófilo, lo que nadie esperaba es que el Barranquillero sacara de su maleta en pleno camerino una pistola de aire comprimido para amenazar a sus agresores. Intervino hasta la policía quien comprobó que el arma no era de verdad y Teo salió del estadio solo, cabizbajo y en un taxi, pues al bus del equipo no lo dejaron subir, algo insólito para cualquier persona que haya visto fútbol profesional en cualquier país.

Teo a la fecha está en un limbo, en Racing Club nadie lo quiere ver, (ni el nuevo entrenador Luis Zubeldía quién asumió el cargo el 16 de abril reemplazando a Basile), la prensa del continente lo señala como un mal elemento en cualquier equipo y aunque cualquier club se puede ver tentado por sus goles pensará dos veces en hacerse a sus servicios, ya que contratarlo es una ruleta rusa donde en cualquier momento la pólvora del díscolo delantero podría explotar al interior de cualquier otro vestuario.

El problema hoy en día, es que el delantero cafetero no ha salido a disculparse, su papá lo justificó ante la prensa, periodistas de la costa atlántica en su ciudad natal piden entender su origen para comprender sus malas maneras y su representante Efraín Pachón lo defiende ante los medios de toda América poniéndolo en el papel de víctima y no de victimario, algo inconcebible con tantos antecedentes en menos de un año.

Nadie discute las capacidades de Teófilo Antonio, es un goleador, es un jugador distinto, guapo, que no arruga y que si está en sus cabales marca diferencia y goles; lo que si se cuestiona es que él piense que por tener magia en sus pies, pueda pasar por encima de la historia de instituciones, compañeros, hinchas y periodistas. Y si bien es cierto que todos cometemos errores, éste es un momento para que el país reflexione y Pekerman, seleccionador del combinado patrio no premie a Gutiérrez convocándolo al equipo de mayores.

Tampoco nadie espera que por el origen de Teo sus maneras y sus costumbres sean dignas del palacio de Buckinghham, quizás si del palacio del colesterol, pero aquellos que tanto lo quieren y que tanto lo defienden, deberían contenerlo y educarlo, hacerlo entrar en razón para que sepa que aunque puede crear  poemas futbolisticos con sus diabluras y sus goles en el área de las 18, puede también quedar expulsado de por vida del fútbol de alta competencia, por no saber leer en su propia vida la dimensión de su talento.

jueves, 12 de abril de 2012

Oscar Julián, Ya No Me Deprimirás Nunca Más!

El arbitraje Colombiano es de las cosas que más canas (textualmente hablando) me han sacado, incluso más que el hecho que Petro no sepa tutear. Es muy raro no sentir ira, tristeza o ganas de mentarle la madre a ciertos jueces de nuestro país con solo oír su nombre o recordarlos en algún programa radial o televisivo, porque es confirmar que la impunidad de nuestra adorada tierra llega incluso al deporte. 

Llevo mucho tiempo siguiendo la liga local y fácilmente pueden ser unos 28 años viendo jugadores de todo tipo pasar por las canchas de la patria forjando su propia historia, sea ésta para reír o para llorar; en menor medida también observando a los entrenadores que normalmente llegan para quedarse perpetuamente deambulando como almas en pena por los equipos nacionales, muchos reencauchándose sin sonrojarse entre rivales de patio y resistiendo en sudaderas fluorescentes el paso del tiempo, como Steven Seagal que desde que me acuerdo tiene mirada de chino malo y cola de caballo, aunque hoy seguro, no puede tener menos de 92 años de vida. 

Sin embargo, dentro de tantos buenos recuerdos en los diferentes estadios del país (si es que a algunos se les puede llamar estadios), siempre hay una mancha negra presente en mi memoria que ha sacado y sigue sacando lo peor de mí cuando soy testigo de sus malintencionadas decisiones, una mancha tan sucia como imperecedera: Los árbitros. 

Siempre me pregunté desde que era pequeño, en qué momento de la vida una persona escoge una carrera o un oficio, de niño siempre se sueña con ser policía, astronauta, soldado, bombero y claro, futbolista! pero uno crece y dadas algunas circunstancias y talentos, el niño que quiere ser grande se vuelve en poco tiempo abogado, ingeniero, taxista, carnicero, albañil, locutor, actor de reparto, panadero, celador y no falta el que se hace estilista….pero carajo, ¿Por qué turbias razones o vivencias un niño al llegar a su adultez decide ser arbitro? ¿Qué traumas tuvo que soportar en la infancia para tomar una decisión tan radical? ¿No le regalaron nunca un balón en su infancia? ¿O acaso no lo dejaban jugar en los recreos los demás niños por su mínimo talento con la pelota en los pies? ¿O todo entonces es una venganza de algunos frustrados contra los que si disfrutamos del fútbol? 
Niño Árbitro en Perú, increíble pero cierto.
A veces pensaba que ser arbitro era un castigo del destino a quienes en otras vidas habían sido descendientes de Caín, amigos de Atila, verdugos de la inquisición, conquistadores españoles o compositores de música ranchera, pero al crecer vi con incredulidad que quién escoge ser arbitro en cualquier parte del mundo lo hace por gusto propio y la verdad no me queda muy claro todavía, si no hubiera sido más digno en ese caso irse por la vida de la tijera y los salones de belleza. 

Desde que tengo memoria siempre hubo en Colombia pésimos árbitros que dañaban desde un amistoso hasta una final, por ejemplo Jesús Chucho Díaz, juez costeño que no perdonaba partido en Bogotá sin echar mínimo dos jugadores del equipo local, o años después como el paisa Armando Pérez, un árbitro polémico y localista que llegó a estar secuestrado unos días en la época más turbia del fútbol cafetero al final de los años ochenta, cuando los narcos de Medellín y Cali inundaban el país con dólares, muertos y varias estrellas colgadas en los escudos de sus equipos favoritos. 
Hernando Buitrago, juez colombiano apodado Mr. Bean.
Después vinieron árbitros igual de malos en los años noventa, como J. J. Toro apodado Mr. Red porque por partido no bajaba de cuatro expulsiones con o sin causa, o el recordado bogotano Felipe Russi, un completo negligente dentro de la cancha y con una arrogancia propia de actor de Padres e Hijos. Nombres de estos recordaros referees pueden haber decenas pero mencionarlos me haría hervir la sangre, el problema es que siempre hubo malos jueces y aunque mancharon con su pito innumerables juegos y resultados, jamás fueron duramente sancionados, suspendidos o multados. 

Pero el peor ejemplo es el del llanero Oscar Julián Ruíz, un abogado de profesión que también optó por ejercer el arbitraje paralelamente durante muchos años en Colombia, amigo de un gran número de periodistas y con algún padrino invisible en la Federación Colombiana de Fútbol y quien dice que no, hasta en el propia Conmebol. El Cacharrito como le llamaban sus más cercanos amigos en la prensa deportiva del país, sobresalió siempre por pitar con firmeza y mesura en el exterior, lo que se le premió en repetidas oportunidades al darle la posibilidad de arbitrar finales de Copa Libertadores, Copas Intercontinentales de Clubes y un sinnúmero de partidos en mundiales, Copas América entre otros certámenes FIFA. 

Pero en Colombia sus actuaciones dejaban mucho que desear, los días que yo veía a Ruíz pitando en cualquier cancha del país podía tener dos sensaciones tan opuestas como desatinadas, pues lograba hacerlo como un aprendiz al que se le habían quedado en la casa las tarjetas y el carácter según los rivales de turno, o a un pillo que disfrazado de negro se reía socarronamente de cuestionadas decisiones que cambiaban sin pudor el curso de un partido o de un campeonato. 

Igual pitara bien o pitara mal, Oscar Julián casi nunca fue cuestionado, todos sus compadres desde la tribuna periodística no se molestaron jamás en criticarlo, pero si en repetirle al país una y otra vez que Ruíz era el mejor árbitro de la historia, que gracias a Dios era colombiano y que mejor aún era nuestro representante en los mundiales de fútbol, Cacharrito era Colombia en el mundial!!!

Por razones varias, el llanero jamás fue de mis afectos, partido que pitaba en Bogotá partido que terminaba con polémica y normalmente favoreciendo a equipos del occidente del país. Pero en realidad lo que más me afectaba, no era que Ruíz metiera la mano y volteara la cancha a su antojo, sino que tenía la facultad de imitar voces de personalidades del país como las de los ex presidentes Gaviria, Samper o Pastrana, más una deliciosa variedad de figuras de todo tipo, lo que resaltaba su ingenio y buen humor. 

Alguna vez en pleno zapping tuve la mala suerte de verlo en un programa de la mañana de un canal privado, de esos donde todos los presentadores e invitados siempre están felices entre recetas de cocina,  conferencistas que suben el autoestima en tres lecciones y juegos dignos para un paseo de niños de 7 años, allí el Cacharrito se robaba el show imitando a cuanto reconocido mequetrefe le pedían remedar, ese día entré en depresión profunda por varias semanas, jurándome que jamás sintonizaría de nuevo un canal de televisión nacional durante la mañana y mucho menos me alegraría en adelante que Oscar Julián fuera “Colombia en el mundial!” ¿Pues qué culpa tenían los demás que nosotros no viajáramos y el sí? 

El llanero se retiró del arbitraje profesional para mi suerte y la de millones de fanáticos del fútbol en todo el mundo hace ya varios meses, no obstante hace poco la IFFHS (Federación Internacional de Historia y Estadística del Fútbol) dictaminó que el Sr. Ruíz era el tercer mejor arbitro del siglo XXI, ese día más allá de la esquizofrenia misma de la noticia no me sorprendí, pues esta federación nunca ha publicado un solo ranking donde la gente al leerlo no sienta que un agujero negro está a punto de abrirse por las barbaridades que cada tanto en ellos presenta. Pero seguidamente pensé que donde haya un colombiano todo es posible y si Víctor Hugo Aristizabal fue el mejor jugador del mundo sin balón, ¿Por qué el Cacharrito no podía ser alguna vez considerado, así fuera por una federación de broma un buen arbitro?

viernes, 6 de abril de 2012

José, Que Bueno Que No Naciste En Cocorná

El país estaba polarizado, entre los que seguían rindiendo culto a la dupla Maturana–Bolillo Gómez y los que pedíamos a gritos un recambio con alguien competente venido de otras tierras.
Maturana, Leonel y Bolillo.
Las selecciones nacionales de fútbol llevan años tropezando por las canchas del mundo, han sido muchos más los fracasos y decepciones que los triunfos y las alegrías; y a pesar que en selecciones juveniles el balance es más positivo, en la categoría de mayores, hemos pasado vergüenzas en las tres recientes eliminatorias quedado fuera de la fiesta mundialista por no hacer respetar la casa y por no armar procesos serios con gente preparada desde el banco técnico.

Lo único que se puede rescatar es haber ganado la Copa América en 2001 cuando nosotros mismos organizamos el certamen, al cual Argentina no vino por miedo a que le secuestraran todo el equipo y otros grandes como Paraguay, Brasil y Chile tan solo trajeron equipos mixtos. En todo caso la copa quedó en nuestras vitrinas para la historia y aunque la alzó Pacho Maturana, en realidad la había gestado con trabajo hacía casi dos años Luis Augusto Chiqui García.

La selección del Pibe, el Tino, Rincón, El Tren o Higuita cumplió su ciclo y marcó su historia, pero estos ídolos envejecieron y se retiraron de la actividad profesional para darle paso a las nuevas generaciones que ya venían en cola. Sin embargo los que llegaron nunca alcanzaron el nivel de sus antecesores, no por falta de ganas sino porque simplemente sus condiciones no eran tan privilegiadas como las del equipo del 94.

Pasaron muchos jugadores que aunque cumplían con sus clubes en el exterior o el torneo local, jamás estuvieron al nivel del Mono y sus amigos. Muestra de ello era tener a Juan Pablo Ángel con los colores de la tricolor, quien se cansaba de hacer goles en el Aston Villa de la Premier League, pero que cuando vestía la casaca amarilla perdía su olfato y su efectividad dentro del área rival. Y en la misma forma, pasaron Amaranto Perea, Miguel Calero, Juan Carlos Henao, Javier Choronta Restrepo, Frankie Oviedo, Maler Tressor Moreno y el siempre protegido de la dupla Maturana-Gómez, Víctor Aristizabal, a quien ellos mismos bautizaron increíblemente como el mejor jugador del mundo sin balón, una frase tan macondiana como inaceptable.

Y como pasaron jugadores pasaron entrenadores, en la eliminatoria hacia Corea y Japón 2002, el Chiqui García fue despedido aún cuando había cumplido una campaña aceptable y para el momento de su salida, la selección estaba clasificada; sin embargo Maturana se hizo cargo y acabó por eliminar al equipo en la segunda ronda de la fase clasificatoria, perdiendo partidos claves en Bogotá, con mala escogencia de la nómina y un pésimo planteo táctico. Luego lo más fácil fue echarle la culpa a Bogotá, ciudad que si cumplió hasta la última fecha del calendario, llenando casi siempre el Estadio el Campín y respaldando a muerte en los partidos contra Argentina, Brasil y Paraguay. Pero el querido Pacho que parecía un dictador africano que se aferraba cada día más a su cargo, salió del combinado pero volvió como los malos políticos rápidamente, para dirigir a Colombia en la Copa Confederaciones donde no se hizo mayor cosa.

Maturana arrancó un nueva eliminatoria en 2003 con miras a clasificar para Alemania 2006 pero perdió algunos de los primeros partidos con Brasil y con Venezuela ambos en Barranquilla, lo que al cabo de unas semanas lo dejó al margen de la dirección del equipo siendo reemplazado por Reinaldo Rueda. El vallecaucano aunque trató de enderezar el camino y sacó puntos importantes en casa, perdió su propio pulso al final y se dejó sacar del bolsillo un partido con Uruguay en Montevideo para terminarlo perdiendo 3-2 en los últimos instantes del mismo, eso sentenció la suerte y volvieron a faltar un par de goles para aspirar siquiera al repechaje. Para los que no lo mencionan, les recuerdo que ese fracaso se dio en Barranquilla y que ese verso que repiten como radios rotos, que en la Arenosa clasificamos a tres mundiales es solo una coincidencia de haber jugado allá con la mejor camada de la historia, con ese equipo habríamos clasificado en Cereté, Paipa, Apulo o Puerto Inírida.

Para 2007 la Federación y sus directivos quisieron reorientar el rumbo con la presión de todo el país y se nombró en el banco técnico a Jorge Luis Pinto, hombre de amplio recorrido, campeón en el exterior y un estudioso del fútbol, así paralelamente le devolvieron la sede a Bogotá y la era Pinto inició su ciclo. Para su mala suerte lo hizo en la Copa América de Venezuela 2007 donde Mario Yepes e Iván Ramiro Córdoba, por mencionar solo dos líderes, le armaron sindicato y generaron la eliminación del equipo en la primera ronda, algo que no sucedía hacía muchos años con sendas goleadas incluidas. El equipo desde entonces se partió por dentro y aunque la eliminatoria empezó a paso firme, empatando con Brasil en Bogotá, con Bolivia en La Paz y con apretadas victorias nuevamente de local contra Venezuela y Argentina, en la mitad del camino se perdió el norte y al ceder puntos importantes contra rivales directos Pinto no tuvo más que renunciar al cargo al caer con Chile goleado en Santiago.

En ese momento los sabios directivos entregaron la selección a Eduardo Lara, quien había cumplido un buen papel como seleccionador nacional de las categorías juveniles, pero a quien el equipo Mayor le quedaba grande por muchas razones, el tiempo confirmó su falta de experiencia y manejo de grupo, dejando a Colombia de nuevo como espectador del Mundial de Sudáfrica 2010. Era obvio que un entrenador que lloraba por empatar un partido no transmitía mucha confianza en el grupo de jugadores ni en el país mismo.

Pero al que no quiere caldo la Federación le da hasta cuatro tazas y sin pena se nombró de nuevo en el equipo patrio a Hernán Darío Gómez (como premio a sus últimos fracasos fuera y dentro del país) quien hizo una Copa América muy pobre en Argentina 2011, ganándole solo a la Sub 20 de Costa Rica y a Bolivia, el peor equipo de Suramérica y quedando eliminados en octavos de final sorpresivamente con Perú. Pero la mala fortuna de Bolillo, a quien cogieron con las manos en la moza cuando unos malos tragos le jugaron en contra y la golpeó en la vía pública, le generó un escándalo mediático que lo llevó a dimitir del cargo semanas antes de arrancar la nueva eliminatoria para Brasil 2014. La federación que se siente bien equivocándose cada vez con mayor seguridad en sus decisiones, entonces nombró en su reemplazo a un ídolo de los 90s, el conocido Leonel Álvarez quien por su afinidad regional y laboral con Gómez no ofrecía ninguna esperanza de cambio, y que en menos de tres partidos ratificó su falta de preparación perdiendo en Barranquilla 5 puntos de 6 posibles, comienzo nefasto que lo dejó cesante en pocas semanas.

La esperanza se apago de nuevo, y Colombia que ya no admite más fracasos de repente vivió un milagroso renacer, cuando se nombro como Director Técnico del Equipo Nacional a José Néstor Pekerman, un argentino ganador de mundiales juveniles, con experiencia en categoría de mayores en el equipo albiceleste y hasta con una hija nacida en Colombia a quien tuvo, cuando él era jugador del Independiente Medellín; y si bien muchos periodistas de la cuerda de Antioquia hicieron hasta lo imposible por indultar a Hernán Darío y devolverle su trono, al final no lo lograron.
Pekerman en su debut con la Selección Colombia ante México.
Pero José ya presentó un plan serio de trabajo, ya conformó su equipo de trabajo, ya ganó el primer amistoso que jugó contra la titular de México en EEUU, y mostró un cambio de mentalidad de los jugadores y mejoró la velocidad de juego sin perder el estilo de buen trato del balón que tanto gusta en nuestro país. También ya habló de cambiar la sede de Barranquilla a otra ciudades más leales a la selección sin importar los resultados, como los son Bogotá, Medellín o Manizales, es posible que una ciudad en la altura sea la elegida; y buenos jugadores que antes no tenían chance como el mismo Falcao quien siendo el mejor del equipo chupaba banca con la dinastía paisa, han vuelto a creer en la honestidad del nuevo técnico, alguien que si hace las cosas bien como todos queremos, devolverá a todo el país la ilusión mundialista y la selección volverá a ser la de todos y no la de unos pocos. Qué bueno que José no es de por acá, porque Brasil en este momento estaría más lejos que Kamchatka. 

jueves, 5 de abril de 2012

Dime Qué Gol Cantas y Te Diré Quién Eres

Una discusión que se ha puesto de moda recientemente, es si un jugador debe o no cantar un gol cuando se lo marca a un equipo donde previamente ha jugado.

Para decir sí o no, hay que tener varias consideraciones, la primera es que para los que no han jugado fútbol sea o para aquellos que habiendo jugado en cualquiera de sus categorías pero a quienes el talento y los dones divinos del cielo no los premiaron para hacer goles cada tanto, les resultará muy difícil entender las emociones que se sienten en ese momento mágico, así el gol sea de penal.

Hacer un gol es una bendición, el gol es la esencia del fútbol, es lo que le da sentido y además lo que lo nutre de sentimientos y emociones irracionales tanto para el jugador que lo convierte, como para los hinchas que desde la tribuna se contagian de este momento irrepetible.

Es cierto que a primera vista uno pensaría que resulta inapropiado que un jugador que vistió los colores de una escuadra, le celebre luego un gol en la cara a sus antiguos hinchas, ya vestido con otros colores; algunos sabios octogenarios que comentan y narran por televisión se indignan cuando esto ocurre y salen a condenar al villano de turno por no reprimir sus instintos y hasta lo llaman provocador de violencia, mejor dicho el tipo sale a deberles.

Pero no siempre puede condenarse al héroe de turno por hacer su trabajo, un futbolista y más un delantero nace para hacer goles, donde le toque, cómo le toque y contra quién le toque; hacerlo es en realidad muestra de profesionalismo y de honestidad con el equipo donde juegue, el cual además es su empleador, quien le paga su sueldo y le da para vivir.

Sin embargo cabe anotar que existen diversas situaciones para justificar o no la celebración de un gol ante una hinchada contraria, un primer contexto es cuando se presenta un festejo mesurado como muestra de respeto a un antiguo club, ejemplo de este caso ocurrió en un partido de Copa Libertadores en el año 2000, entre el Atlético Nacional y el River Plate Argentino, donde el antiguo goleador del verde de Antioquia Juan Pablo Ángel considerado uno de los ídolos de aquella institución y que para ese entonces ya vestía la casaca de la banda riverplatense, terminó por convertir un gol de gran factura que dejó en tablas aquel encuentro y puso en aprietos al equipo Paisa, quedando posteriormente eliminado del certamen en primera ronda. En ese momento aunque el estadio de Medellín quedó en silencio, Juan Pablo solo celebró abrazando a sus compañeros de equipo y casi que pidiendo excusas a la hinchada que lo había visto crecer, la gente al final del juego lo aplaudió por expresar respeto a su inmediato pasado, reconociéndole su calidad y comprendiendo que Ángel ahora se debía a otros colores.

Un segundo tipo de situación se da cuando un jugador marca un gol a su antiguo equipo y lo celebra a rabiar sin importar que el mismo sea convertido en un amistoso, en la primera fecha o cuando en realidad el gol significa el triunfo en un clásico o para celebrar un torneo. En este tipo de escenario famosos jugadores se han destacado, pero habría que considerar que en muchas ocasiones se habían ido mal de sus antiguos equipos, peleados con la afición, con un técnico, con los directivos y hasta con sus propios compañeros. Muestra de este ejemplo es el del español Luis Enrique, jugador primero del Real Madrid donde no fue el más querido en dicho club y quien años después paso al Barcelona FC (que en realidad era el equipo de sus amores), por lo que no le costó celebrarle en la cara varios goles a los hinchas madridistas durante varios años. En este caso, razones personales hacen perder el pudor del goleador de turno y la pasión se apodera de él para celebrar con alma y corazón la conquista, sin importar quien está en frente, algo completamente entendible.

Un tercer caso ocurre cuando jugadores que han vestido hasta 14 camisetas en una misma liga, se resignan a no celebrar casi nunca un gol, porque han jugado para tantos equipos que a todos les deberían una muestra de respeto, sin embargo es un disparate pensar de esta manera, pues en muchos casos sus pasos por los diversos conjuntos fueron por periodos cortos, o por periodos no tan cortos donde su huella fue imperceptible para hinchas y directivos. Ejemplo de este caso es el de Wilson Cano quien llegó a la cifra de 14 equipos colombianos en su hoja de vida y si bien en unos hizo más historia que en otros, no por eso debió dejar de celebrar los goles que anotó, pues en su gran mayoría hubiera sido imposible que por respeto se contuviera al marcarle goles  a 13 rivales diferentes…sin embargo yo desconfío de aquellos que cada seis meses besan el escudo de turno, de estos mercenarios líbrame Señor!

Un cuarto caso se presenta cuando un jugador que jamás hace goles, cómo un arquero, un defensa o muchos delanteros sin condiciones, se privan de festejar un gol porque se lo hacen a su antiguo equipo, en este caso tampoco debe importar nada, en realidad hacer un gol y más en el fútbol profesional no es para todo el mundo y por ello jugadores reconocidos por su poca cuota de gol, basada en limitaciones de dominio, definición o inteligencia, no deben aguantarse la ganas de salir corriendo por toda la cancha abrasando compañeros, aguateros, mascotas y porristas para conmemorar la feliz equivocación de haber marcado, así lo hayan hecho a su equipo anterior, en esta situación vale todo!
Celebración del Arquero Camilo Vargas al anotar un gol en el clásico Capitalino  en Colombia
Pero la más patética y la única situación que no comparto para que alguien le celebre un gol en la cara a la hinchada de su antiguo equipo,  resulta cuando algunos jugadores limitadísimos hacen un gol y salen a celebrarlo de manera irrespetuosa y provocadora al frente de la hinchada contraria, más si es la hinchada local en ese momento, para demostrar que se están perdiendo de un crack no valorado anteriormente por ellos mismos, el cual emigró a otro equipo en busca de un mejor futuro ya que no se le reconoció su innegable talento, aunque normalmente se han ido por su bajísimo nivel. Ejemplo de esto ocurrió en Bogotá el año pasado cuando el delantero del Itagüí FC Efraín Viáfara en la liga Colombiana, le marcó un gol a Santa Fe su antiguo equipo, donde había estado jugando la temporada anterior dejando un déficit de gol y capacidades bastante importante, y demostrando que lo único que no tenía eran condiciones para jugar al fútbol profesional. Seguidamente al marcar el gol, corrió a la tribuna local y con ademanes groseros y bailando como si hubiera ganado el balón de oro, trató de ofender a los hinchas por haber hecho el 0-1 parcial del encuentro. Una hora después el partido había terminado 3-2 a favor del local dejando el gol de Efraín solo para la estadística; meses después en eliminación directa por la semifinales del torneo, Santa Fe derrotó en partidos de ida y vuelta al Itagüí (3-2 y 0-1) dejándolo eliminado y demostrando que Viáfara tiene mucho talento para el baile.
Viáfara increpando a la hinchada de Independiente Santa Fe.
Pero el fútbol es parte de la vida y se ve de todo en la viña del Señor, siempre existirán buenos y malos, educados y patanes, cracks que todos aplauden sin importar el equipo o la cancha e impedidos vestidos de cortos que se equivocaron de oficio, y que toca aguantárselos a veces incluso en el equipo propio. Juzgar al que celebra o no un gol va más  allá de una simpatía o de un momento particular, los sentimientos y las pasiones detrás del fútbol muchas veces no se conocen y por eso no se debe cohibir a nadie de cantar un gol en la mayoría de ocasiones, así se lo hagan a uno con la casa llena, los músicos contratados, la comida servida y el trago enfriando…..esto es fútbol y por eso ningún otro deporte es tan grande y tan generoso, tanto que hasta Jefrey Díaz o Alex Daza pudieron celebrar un gol y sentir que alcanzaban la gloria.

lunes, 2 de abril de 2012

Cinco Centavitos de Infelicidad

Dicen que las cosas que se aprenden y se viven de niño jamás se olvidan, en mi caso tengo muchos recuerdos de la infancia y la verdad hay que decirlo, la inmensa mayoría son cosas muy alegres y muchas de ellas, tienen que ver con fútbol; por ejemplo la primera camiseta que tuve de mi equipo la cual me regaló mi papá con el 9 en la espalda emulando al ídolo del momento Hugo Ernesto Gottardi, mis primeros guayos, los primeros amigos con los que solo pensábamos en jugar fútbol todo el día todos los días, mi primer ida al estadio en un clásico capitalino con mi viejo, el primer trofeo que gané en un Intercursos en 2do de primaria y uno muy especial, el primer mundial de fútbol que vi completo y con el que llené mi primer álbum Panini, el de México 86.
Álbum México 86 - Figurini Panini.
Fueron épocas realmente buenas, el fútbol lo era todo para un niño de 7 años, el día se había hecho para jugar interminables partidos a 20 goles, o mete gol tapa, o mundialitos de penales, mientras cada uno soñaba ser más adelante el mejor futbolista del mundo como lo eran en ese entonces Zico, Platini, Rumenige, Lineker y el Pelusa Diego Armando Maradona, el Mejor Jugador del siglo.

Pasó solo un año después de ver a la Argentina del Diego coronarse campeón del mundo en la cancha del Estadio Azteca, para que Colombia empezara a escribir su propia historia en el fútbol del continente y se gestara desde ese 1987 el nacimiento de la mejor generación de jugadores que ha tenido el país; fue así como aquel equipo humilde y sin historia, anteriormente goleado por todos, empezó a meterse en los primeros lugares de América y entre los grandes como Brasil, Uruguay y Argentina, acostumbrados a tener sus lugares de honor casi que de manera permanente. La mejor demostración la dio la Tricolor en la Copa América de Argentina 1987 con la dupla Redín – Valderrama, cuando alcanzó el tercer lugar del torneo, derrotando justamente al equipo local en el partido por el 3er puesto con marcador de 1-2 y con un golazo conseguido por Gabriel Jaime Barrabás Gómez.

Desde entonces, el equipo patrio bajo la batuta de Francisco Pacho Maturana comenzó un ascenso peleado pero firme hacia el reconocimiento mundial por su estilo de juego bondadoso y estético; llegaron entonces al combinado nacional verdaderos talentosos como Carlos Enrique La Gambeta Estrada, Luis Alfonso El Bendito Fajardo, Freddy Rincón, Bernardo Redín, René El Loco Higuita y Carlos El Pibe Valderrama, el gran capitán de siempre.

El equipo adquirió no solo identidad de juego, sino pundonor y empezó a hacerse fuerte en Barranquilla cuando se jugó la eliminatoria para el mundial de Italia 90. Después de sufrir en partidos de ida y vuelta con Ecuador y el siempre difícil Paraguay, el equipo de Pacho logró clasificar al repechaje contra Israel en llave directa de eliminación, ganando el cupo a Italia con un gol de Alveiro Palomo Usuariaga en el partido de vuelta (QEPD) con el que Colombia volvió a las copas del mundo después de 28 años… y por fin pude tener a mi selección en un álbum de Panini.

Fue entonces que en mi memoria, se quedaron desde entonces otros recuerdos como aquellos que me marcaron cuando tenía 7 años, aparecieron en la escena nacional para el comienzo de los años 90, los patrocinadores de las trasmisiones vía satélite como Concasa o Pintuco y al lado el símbolo de la OTI,o las voces eternas de Adolfo Pérez (que en ese entonces si era el Joven Adolfo) y William Vinasco Ch, que aún hoy en día, sigue narrando con  caché! Ellos se convirtieron en el dúo dinámico de la televisión criolla y propagaron la pasión de todo el pueblo por la selección de mayores, inmortalizando al mismo tiempo los dichos mas ocurrentes de tan noble pareja: Qúe partidos nos tocan Compañero Compañero!, La botó por arriba del palo de mango!, Me asustastes como dice Williamcito!, Mucho toque toque y de aquello nada! Y la mejor, cuando se celebraba cualquier victoria así fuera en un partido amistoso…..Y que hoy no me esperen en la casa!!!

Sin embargo aunque la emoción crecía desbordada en pleno mundial de Italia y más cuando heroicamente se le empató a Alemania 1-1 en el tercer partido de la primera ronda en el minuto 47 del segundo tiempo, la decepción nos llegó en los 8vos de final cuando René Higuita perdió un balón con Roger Milla mientras todo el equipo estaba volcado arriba para tratar de empatarle a Camerún en el tiempo suplementario, esa fatídica jugada puso el segundo gol para el equipo africano y el juego acabó 2-1, con lo que nos despedimos de la copa del mundo.

Pero el fútbol como la vida, da revancha y llegó entonces la Copa América de Chile 91, donde el equipo de Pacho quedó de nuevo entre los 4 primeros; dos años después se alcanzó nuevamente el 3er lugar en Ecuador 93, campeonato que se hubiera podido ganar si la naciente rosca de Pacho que empezó a consolidarse desde entonces, no hubiera decido poner a Víctor Aristizabal en la semifinal con Argentina solo por ser Antioqueño, en lugar del titular José Adolfo El Tren Valencia que ya había marcado algunos goles en las fases previas del torneo, en la definición por penas máximas justamente Aristigol erró el cobro final dejando a todo el país con el grito de gloria contenido en la garganta.

A los pocos meses llegó de nuevo la eliminatoria para USA 94 y Colombia jugó su mejor ronda clasificatoria de la historia, pasándole textualmente por encima a Perú, a Paraguay y vapuleando a la Argentina del Coco Basile tanto en Barranquilla (donde además le quito un invicto de 37 partidos) como en Buenos Aires, donde le regaló a la historia del balompié, una de las goleadas mas rimbombantes con el famoso 5-0 sobre la albiceleste en cancha de River, aquel domingo 5 de septiembre del 93.
Portada Revista El Gráfico (Argentina), septiembre 1993.
Pero de nuevo tocamos el cielo y nos desplomamos sin darnos cuenta, vinieron partidos contra rivales de poca monta gestados por la propia federación como aquel en Estados Unidos con la 3ra del Milán o contra suplentes de otros conjuntos que no representaban dificultad alguna para derrotarlos sin esfuerzo y un mentiroso invicto creció engañosamente en el equipo y toda la afición. En ese momento se inundó el mercado de todo tipo de elementos promocionales con los jugadores de la selección, loncheras, carpetas, cuadernos, muñecos, pelucas, afiches y lo que fuera que se le ocurriera al microempresario de turno, fue ahí cuando todo el país parió una burbuja sin darse cuenta, dentro de ella todos creímos que íbamos a ganar el mundial, el cual tocaba jugarlo solo como un trámite necesario para alzar la copa y emborracharnos de gloria.

Para verdades el tiempo y llegó el debut, lo demás es bien sabido, en primera ronda quedamos fuera, con un dolor inexplicable, con una fiesta donde con todo comprado nadie celebró y que para completar dejó como el peor recuerdo en medio de la resaca futbolística nacional, el asesinato de Andrés Escobar.

Y si bien cuatro años después volvimos a un mundial para Francia 98, quedando de nuevo afuera en primera y mejor aún aunque en 2001 ganamos la copa América que nosotros mismos realizamos (lo más notable que hemos conseguido), la selección perdió la chispa, sus estrellas envejecieron y la ilusión se apagó de a poco. Llevamos ya 3 mundiales donde no hemos clasificado, siempre faltando un gol, un punto o lo que haga falta la última fecha, procesos repetitivos acompañados de pésimos dirigentes, con entrenadores incoherentes, unos reencauchados inagotablemente como el mismo Pacho que como Amparo Grisales se niega a envejecer, o como el Bolillo Gómez que sigue viviendo del verso y de sus amigos en varios medios de comunicación. 

Pero esto es Colombia, un país único, que cae y se levanta en medio de sus cenizas diariamente como el ave fénix, un país que puede ganarle en una tarde de inspiración a Brasil pero perder el siguiente domingo con Haití de local, un país que se dio el lujo de rechazar la sede del mundial de 1986, el mismo país que hoy sigue henchido de orgullo cada que repiten los 5 goles de aquel domingo de invierno en la cancha del Monumental de Núñez, esos 5 goles que fueron el principio del fin, esos 5 goles que desde hace 18 años han sido nuestros 5 centavitos de infelicidad……