viernes, 22 de marzo de 2013

Tras Los Pasos De Judas

Se acerca la Semana Santa, para muchos, época de descanso, para otros de reflexión y recogimiento. Y aunque habrá una buena dosis de fútbol en estos días previos a la Semana Mayor, con fecha de eliminatorias al mundial, incluida, algunos tendremos que soportar una desgastada programación en televisión nacional, con recientes estrenos como Quo Vadis, Ben Hur, Los 10 Mandamientos, o La Estrategia del Caracol. Sin embargo en la televisión por cable hay más oportunidades de ver uno que otro documental con mejor contenido, para mitigar el ayuno futbolístico.

Justamente, vi hace unos días, que se anunciaba un especial sobre Judas (el apóstol de Jesús que lo entregó a los romanos por 30 monedas de plata), y de inmediato vinieron a mi mente los nombres de varios árbitros de ingrata recordación, pero sobre todo de algunos jugadores quienes siendo ídolos de un equipo, se vendieron sin importar nada más que el dinero, a los vecinos de patio o a los más odiados rivales. En la liga colombiana durante tantos años de historia, es obvio que en repetidas ocasiones, algunos futbolistas vivieron esta situación, pero queda claro que cuando el cambio entre rivales de patio no se dio de manera inmediata a su antagonista, las cosas no fueron tan dramáticas.

Por ejemplo, Edison Guigo Mafla, ídolo del Cali y campeón con el conjunto azucarero en la campaña de 1996, pasó al América en el año 2001, consiguiendo dos títulos con la escuadra escarlata. Situación similar ocurrió con Neider Yesid Morantes, quien inició su carrera en Atlético Nacional alcanzando con el verde paisa 2 títulos en 1994 y 1999, pero a su vez, en 2004 se puso la camiseta del Independiente Medellín ganando ese mismo año el torneo local. En Bogotá, el General Gerardo Bedoya, quién había vestido la casaca de Millonarios entre 2006 y 2009, siendo además su capitán, aterrizó en Independiente Santa Fe en 2011, donde se convirtió rápidamente en referente, alcanzado el título colombiano en 2012 con el expreso rojo.

Pero cuando el cambio de bando ocurrió de forma directa, las cosas no siempre fueron fáciles para los jugadores, pues el corazón de los hinchas se sintió herido en lo más profundo del amor propio y los sentimientos nobles en muchos casos, se convirtieron en el odio futbolístico más extremo contra los otrora ídolos. Willington Ortíz (para algunos el mejor jugador criollo de la historia), jugó para el Deportivo Cali entre 1980 y 1982, pero en 1983 el oriundo de Tumaco, se fue a las toldas americanas donde en cinco años, gritó campeón cuatro veces. Por su parte, Arnoldo Iguarán, uno de los mejores delanteros colombianos de todos los tiempos, jugó en Santa Fe solo una temporada, pero en 1983 se fue a jugar a Millos donde se convirtió en su segundo goleador histórico llegando a 120 goles y logrando dos títulos nacionales. Leonel Álvarez por su parte, debutó con el Independiente Medellín en 1983 y estuvo cuatro temporadas en el poderoso de la montaña, no obstante en 1987 pasó al vecino verdolaga donde conquistó en 1989 la Copa Libertadores de América. Pero en 2009, Leo volvió al DIM para salir campeón esta vez como DT. En los 3 casos los insultos no se hicieron esperar.

Arriba: Willington azucarero y escarlata,
Leonel poderoso y verdolaga.
Abajo: Bedoya embajador y cardenal.

En Argentina, Omar Gabriel Batistuta pasó en 1990 de River Plate a Boca Juniors, y aunque en ambos equipos duró apenas una temporada, la ficha del traspaso del gran Batigol se encuentra hoy en día en el museo Xeneize en la mítica Bombonera. En México, el portero Oswaldo Sánchez, atajó entre 1996 y 1999 en el América, pero abandonó a las águilas doradas para irse a Las Chivas de Guadalajara, el más acérrimo rival de los americanistas, con quien se coronó campeón en 2005.

En el viejo continente se han dado transferencias tan famosas como ingratas, en un mercado donde los millones de euros están por encima de odios y amores. El mexicano Hugo Sánchez llegó de la UNAM al Atlético de Madrid en 1981, consiguiendo con los colchoneros 1 Copa del Rey y el Pichichi en la temporada 1984-1985, pero para mala suerte del Aleti, en 1985 Hugol se marchó al Real Madrid donde hizo parte de la famosa Quinta del Buitre, un equipo colmado de figuras con el que ganó 5 Ligas, 3 Supercopas de España, 1 Copa del Rey, 1 Copa UEFA y 4 veces más, el título de Pichichi. En 1996, Luis Enrique que había vestido el uniforme merengue del Real Madrid desde 1991 y donde había ganado, 1 Liga, 1 Supercopa y 1 Copa del Rey, cambió de rumbo y se fue al Barsa, equipo del que era hincha y con el que alzó 2 Ligas, 2 Copas del Rey y 1 Supercopa de España. En cambio el genial danés Michael Laudrup, que había conquistado 9 títulos con el Barsa en seis años, cambió de divisa en 1994 yéndose a jugar al Real Madrid donde en dos temporadas logró una Liga.
Arriba: Hugo Sánchez colchonero y merengue.
Luis Enrique culé y madridista.
Abajo: Batistuta xeneize y millonario.
Michael Ludrup en Real y Barsa.

Un grande como Ronaldo, se dio el lujo de vestir cuatro camisetas históricas de eternos rivales entre 1996 y 2008. Primero formó parte del Barcelona FC, pasó al Inter de Milán, luego fue fichado por el Real Madrid y tiempo después recaló en el AC Milán, en éstos años ganó desde Ligas locales hasta 1 Copa Intercontinental. En Italia, el siempre incontrolable Mario Balotelli ha dado nuevamente de que hablar, pues aunque había iniciado su carrera profesional con el Inter donde obtuvo 5 títulos oficiales en cuatro años, retornó a Italia a comienzos de 2013 (después de un accidentado paso por Manchester City), para vincularse al AC Milán, escuadra de la que El Loco ya se había declarado hincha cuando aún jugaba para los nerazzurri. En Inglaterra, el imparable Carlitos Téves, dio el salto del Manchester United al Manchester City, y aún cuando en ambos ganó títulos de gran importancia, hoy es enemigo declarado de la fanaticada de Old Trafford.
Izquierda y Centro: Ronaldo con 4 camisetas históricas
Derecha: El Apache Tévez con las camisetas de la ciudad
de Manchester.

Una de las transferencias más polémicas de la historia, ocurrió cuando el crack portugués Luis Figo, dejó el Barcelona (club donde era capitán e ídolo indiscutido y donde en cinco años había ganado 2 Ligas, 2 Copas del Rey, 1 Supercopa de España, 1 Recopa y 1 Supercopa de Europa), para partir al Real Madrid. En el verano del 2000, aunque durante varias semanas se especuló que el capitán culé se podía ir al equipo madridista, él mismo lo negó repetidamente, pero al final el gran Figo prefirió irse al Real donde durante cinco años, hizo parte del llamado equipo de los galácticos, con el que ganó todo lo que jugó. Los hinchas barcelonistas jamás perdonaron al ex capitán blaugrana y lo declararon enemigo público. Hasta ese momento era la transferencia más cara de la historia, tazada en 60 millones de euros.
Cruel regreso de Figo al Camp Nou, vestido de merengue!


Es cierto que hoy en día el dinero manda en el mundo del fútbol, y en general en la vida misma, por lo que el corazón del hincha corre peligro permanentemente cuando algún ídolo propio se cotiza y algún rival poderoso puede llegar y poner varios millones sobre la mesa para comprar el talento del crack amado y llevárselo de un día para otro sin que importe nada más. Y con tanto dinero rondando, se hace cada vez más improbable que un jugador talentoso sea fiel a un solo club durante toda su carrera deportiva, así, casos como los de Maldini, Totti, Xavi, Iniesta o Gerrard son cada vez más escasos. Yo como hincha,  confío en que mis ídolos jamás me traicionen yéndose a un rival histórico, eso automáticamente los convertiría en Judas nativos. Pero si por cosas del destino un jugador con escasas condiciones se infiltra un día cualquiera en mi equipo del alma, el club reaccione rápidamente y lo preste, lo ceda, lo venda, lo canjee, lo regale o lo permute al rival de siempre, porque no hay mayor dicha que ver un jugador limitado, enojando al vecino de patio semana a semana.