Los refranes y adagios populares están
instaurados en nuestra sociedad desde tiempos inmemoriales. Este país que
preserva de generación en generación tradiciones como curar hemorragias con
café, mitos como que la tierra se “traga” a los niños que le contestan mal a la
mamá, o que si uno abre acalorado la nevera después de llegar de un partido de
fútbol se le tuerce la boca, también hereda con el tiempo a sus más jóvenes
habitantes, frases que ya eran viejas y muy usadas por los tatarabuelos,
incluso desde cuando Amparo Grisales iba al Jardín Infantil.
El adagio en sí mismo es una frase corta que
denota cierta sabiduría, bien sea por experiencia propia de quien la dice, o
porque la gente con el tiempo comienza a creer que así es, per se. No es
necesario visitar una Fonda Paisa como Los Abuelos Antioqueños o El Chicarrón
Totiado (piqueteadero bogotano donde atendía un buen hombre disfrazado de
Condorito para atraer comensales), para recordar refranes como: Al que madruga
Dios lo ayuda! Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente! El inocente
come mierda y vive gordo! O las favoritas de Antonio Cervantes Kid Pambelé: Es
mejor ser rico, que pobre! Y aquella otra preferida por los boxeadores, que dice: Es mejor dar, que recibir!
Antonio Cervantes Reyes "Kid Pambelé", dos veces Campeón Mundial Welter Junior.
Por supuesto, en el fútbol profesional
colombiano, peculiar ecosistema lleno de raras especies como locutores,
comentaristas, árbitros, jueces de línea, entrenadores, jugadores y uno que
otro auspiciante (desde cremas analgésicas hasta estimulantes sexuales para el
3er tiempo), hay frases que sin ser muestras de sabiduría o reflexión, prácticamente
ya son refranes populares que se usan en la cotidianeidad por haberlas oído
millones de veces en transmisiones radiales o televisivas por más de dos
décadas, y otras con origen en el fútbol amateur que por pura genialidad
criolla se van extendiendo por canchas y potreros de todo tipo, sin importar
barrio, estrato o talento. Al final ambas vertientes aportan una creatividad
exagerada para condimentar todo partido de fútbol aficionado a lo largo del
territorio patrio.
Y para la muestra, qué oficinista no ha
dicho el día de la fiesta de fin de año de la empresa (una vez, que pescando en
río revuelto ha convencido a alguna compañera de oficina para irse de remate a
un grill “de lo más de reservado”): “Que no me esperen en la casa!!!” O acaso qué
chofer de flota no ha dicho (al dirigirse al baño en un parador de carretera),
luego de engullir un cuchuco con espinazo y jugo de curuba en leche: “ésta es
una de las dos cosas que más me gusta hacer en la vida, compañero compañero”.
Y claro, entrando al infinito cosmos del
fútbol aficionado, cada jugador, cada equipo y cada barrio, van construyendo un
lenguaje propio en la cancha y de ahí en adelante, lo aplican para el resto de
los ámbitos de su vida diaria. Frases tan famosas como Si me estima, si me estima
(para que quien lleva el balón, haga un pase a su compañero en mejor posición
de gol), o A los dijes, a los dijes (donde el que centra, debe apuntar al
pecho de su coequipero), y mejor aún, Hágame famoso, hágame famoso (para
que con un pase que espera quien pide el balón, convierta un gol y se vuelva
figura del encuentro), son solo algunas perlas de nuestro universo paralelo con
la “pecosa”.
En este mismo sentido, tuve la suerte de
tener como entrenador por muchos años en mi Colegio, a una leyenda de
Independiente Santa Fe, tres veces campeón con el Expreso Rojo en la década del
60, y mundialista con la Selección Colombia en Chile 62, el gran Carlos Copetín
Aponte (Q.E.P.D), o el Chiquito Aponte, como también le
decían en esa época. Lateral izquierdo, nacido en Boyacá pero con alma albiroja
durante toda la vida, con exquisita técnica y un carácter recio que compensaba
su baja estatura. Carlos fue uno de esos valiosos talentos criollos, no solo en
la cancha como jugador, sino que durante su vida de entrenador, y de alguna
manera como pedagogo a través del fútbol, expresaba ciertas frases que a
continuación les compartiré.
Santa Fe años 60: Primera fila de izquierda a derecha: Justiniano Montaña, Jaime Silva, Ricardo Pegnoty, Hernando ‘Mono’ Tovar, Carlos Rodríguez, Carlos ‘Copetín’ Aponte. Segunda fila: José ‘Pepillo’ Marín, Juan Montero, Osvaldo Panzutto, Alberto Perazzo y Héctor ‘Zipa’ González.
Estos dichos que estaban casi patentados por
Aponte, los usó ampliamente cada vez que dirigió y con los años casi que se
volvieron refranes populares para nosotros, sus propios jugadores, que veces no
entendíamos si las decía en la calentura de los partidos para motivarnos, para
regañarnos, para confundir a los rivales, para exasperar a los árbitros o para
hacer reír a uno que otro espectador fortuito:
-Arbitro, pita más una olla exprés!
-Ese “pelao” no mete un ciego a un charco!
-Pica mas una cobija de plumas!
-Parece mexicano, puro taquito!
-Por qué la mandó (la pelota) tan arriba? Va
a hacer llover?
-Corre más un marica en chanclas!
-Salta más un balín en un arequipe!
-Pica más un ají de guayaba!
-Si tiene miedo, le compro un perro!
-No pelea una herencia!
-Ospina, qué tal está el partido?
-No marca un cuaderno!
-No para un bus en la 68!
-Si el balón está malo, dele un Mejoral!
-Hizo una de Pelé y otra suya!
-Se volvió Ingeniero que ahora solo hace
túneles?
-Tienen más garra los fríjoles de La Modelo!
-Con ese lomo yo hubiera sido cantante!
-Se mueve más una oreja!
-Tiene más sangre un calado!
-Hidalgo escrituró ese pedazo de cancha?
-No se saca un poste!
-Tiene más regreso Carlos Lehder!
-No cabecea ni en la Gaviria (nombre de una
reconocida funeraria de Bogotá).
Carlos Lehder Rivas, Narcotraficante del Cartel de Medellín condenado en Estados Unidos, inicialmente a una cadena perpétua, más 135 años de prisión.
Pero más allá de estas frases tan futboleras
y tan propias, nunca voy a olvidar la anécdota de un buen amigo quien los
domingos tenía por costumbre (hace ya muchos años), desenguayabar con su grupo
de amigos más cercanos en un parque a dos cuadras de la casa, jugando partidos amistosos
casuales en esa cancha tipo Pescaito. Efectivamente, un domingo
encontraron equipo rival y si bien el acuerdo para el partido entre los dos
equipos fue cordial, algunos jugadores adversarios lucían un poco mal encarados,
en el preciso momento de iniciar el
cotejo amistoso-aficionado, uno de los rufianes le soltó esta perla a mi amigo
Juan Manuel: “Bueno Mono, ahora si póngase el smoking y los de charol que
comenzó el baile!!!”
La historia es verídica, pero yo en su lugar
con semejante frase solo hubiera podido responderle: Me asustastes, como dice
Williamsito!
Imágenes Cortesía:
Super Don Gol Esponja...amena entrada... Aprendí algunos dichos...
ResponderEliminarSuper Don Gol Esponja...amena entrada... Aprendí algunos dichos...
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