martes, 15 de marzo de 2016

Muchos Los Invitados, Aún Más Los Colados!!!

Hace muchos años, cuando apenas empezaba mi tierna infancia, la televisión en Colombia tenía solamente tres canales, bueno, en realidad eran dos y medio, porque la Cadena 3 solo transmitía por raticos y lo poco que pasaban por su pantalla, eran en su mayoría, programas importados de carácter cultural pero más viejos que el Almanaque Bristol.
Logotipo de la Cadena 2 de Inravisión.

Ya para esos años, en plena década de los 80s (la mejor década de todas), yo comencé a entender un poco más la vida que me rodeaba y claro, parte de ella comenzaba a girar en torno al fútbol y al amor por mi equipo, motivado en gran parte por mi abuelo y mi papá que me heredaron los colores y el buen gusto. Si bien en esos años la vida era muy feliz, y se pasaba rápidamente entre jugar fútbol todo el día, los guayos AS de suela roja, el muñeco de Guri Guri que venía con el Sustagen, los Chitos (no los Cheetos), los Gudis, los Snackies de Queso, el Estralandia, los carros Tonka o Majorette, las botas Machita, el mete gol tapa, los Garbage, Tarro, Yermis, las navidades con chispitas Mariposa y mucha pólvora, el Heladino, Gárgamel corretiando a los Pitufos, los Thundercats, la Pizza Nosstra y uno que otro carro bomba, la televisión era una parte central de  mi vida, y la de muchos otros que se maravillaban con un montón de programas “enlatados” y nacionales, que nos marcaron para siempre.
Guri Guri, personaje de la novela Calamar, salió en muñecos
de plástico con la bebida instantánea Sustagen.

El horario de la televisión criolla por esa época, era más extraño que ver a Adrián Vélez pitando honestamente un clásico bogotano, ya que había que esperar hasta las 11:00 a.m. luego de unas horas largas de programas educativos (nunca conocí a nadie que los viera por gusto propio), para que empezara la transmisión de seriados y el noticiero del medio día; a eso de las 2:00 p.m. arrancaba nuevamente la franja de la televisión educativa (bostezos!), y de nuevo hasta las 4:00 p.m. volvía la programación normal que iba hasta las 11 o 12 de la noche. La jornada cerraba con el himno nacional y la aparición de un letrero que decía: “Fin de la Emisión”. De inmediato la pantalla se llenaba de barras de colores y quedaba sonando un hermoso pitico que resultaba más fastidioso que la voz de Xiomy, un discurso de Roy Barreras o las lambonerías de Carlos Antonio Vélez en un partido de Nacional.
La hermosa Xiomara Xibille, animaba un programa infantil pero 
su timbre de voz era toda una prueba de aguante para los televidentes.

Eso sí, el fin de semana muy a las 7 a.m. ya habían dibujitos animados y programas que alegraban a cualquier niño en sus dos días de “descanso”. Desde entonces siempre he creído que a veces menos, es más! pues aunque no teníamos un servicio de televisión con más de tres canales, ni mucho menos acceso a una señal las 24 horas, los programas y seriados de aquellos años eran realmente buenos, y entretenidos.

Así se veía la pantalla cuando Inravisión quedaba fuera del aire.

Y hoy en día, con el FPC me pasa lo mismo, no sé si es que me estoy poniendo viejo (ahora estoy en mis tiernos 30s), pero me da nostalgia recordar lo que era nuestro rentado hace unos 25 años, cuando los equipos de siempre animaban el torneo. En esos tiempos, los estadios no albergaban barras bravas, pero si acogían la gente mezclada en las tribunas, se disfrutaba de la magia de verdaderos cracks en diferentes equipos, y lo más importante, los hinchas aún eran fieles a sus ciudades de origen, como Dios manda. Recuerdo con claridad que la liga era la de siempre, no cambiaba mucho en realidad, pero siempre estaba condimentada con los mismos invitados como el Atlético Bucaramanga, el América de Cali, el Cúcuta Deportivo, el Deportivo Cali, el Cristal Caldas, el Deportes Quindío, el Deportivo Pereira, el Independiente Medellín, el Atlético Junior, Millonarios, el Independiente Santa Fe, el Atlético Nacional, el Unión Magdalena y el Deportes Tolima.
Cristal Caldas, 1983 con Alexis García, Manuel Rincón y Ricardo Chicho Pérez entre otros.

Aunque la Copa Concasa (primer torneo de ascenso), inició en 1991 permitiendo a Envigado FC ser el primer equipo ascendido en la historia del FPC, no sé muy bien en qué momento nuestra Liga se transformó lentamente en un inquilinato pobre, desvencijado, abandonado y más triste que un chiste de Sábados Felices, interpretado por los actores del programa.

Sin ánimo de ofender a nadie, el Fútbol Colombiano ha ido adoptando equipos que como almas en pena van de cancha en cancha y de pueblo en pueblo, buscando que alguien los quiera, pero basta ver las tribunas cuando fungen como locales en estadios que parecen maquetas de obras negras, para darse cuenta que a veces hay más vendedores de agua o policías bachilleres, que fanáticos de esas escuadras. Obvio que la culpa no es de los que llegan a la A, quizás es más culpa de aquellos que se fueron a segunda división y se amañaron en esa miedosa y confusa categoría, a la que yo defino como una incómoda dimensión desconocida.

Yo sin ser hincha de algunos equipos, extraño cada tanto al Ciclón Bananero, al Grande Matecaña o al equipo Cuyabro, que al final siempre han tenido hinchas, mística, historia y pasados más gloriosos que el presente de algunos recién  llegados, que en muchos casos, dejan en nosotros menos huella que un disco de Aura Cristina Gheitner.

Disco "Calor" de Aura Cristina Gheitner, 1994.

He llegado a pensar que como acá copiamos todo lo malo, en algún momento de inspiración, los viejitos barrigones de la Dimayor al borde de la llenura en cualquiera de sus almuerzos, quisieron imitar al decadente torneo argentino que en el último tiempo pasó de 20 a 30 equipos, de los cuales, si uno se descuida, los puede confundir fácilmente con los participantes del Mil Ciudades o la Copa Milo. Veo muy difícil que la Liga colombiana se depure, y ahora menos cuando con tantos equipos hay partidos todo el día, todos los días, porque la televisión de hoy, así no sea buena en contenido, pesa mucho en la ecuación.

Y les confieso, que por mucho amor que le tenga al fútbol, me niego a someterme a gastar mi tiempo viendo un Tulúa Vs Chicó en polvo de ladrillo, o un Jaguares – Alianza sin tribuna oriental, o un Equidad – Fortaleza lleno de empleados de lado y lado en la tribuna.

Mejor me refugio en mis programas ochenteros, y a manera de terapia, ya mismo alisto el Betamax Zenith, preparo el limpiador de cabezas y daré rienda suelta a mi archivo privado, para que Colt Seavers, Willy Tanner, Agnus MacGyver, Murdock, Jodie, la Familia Huxtable, Eutimio Pastrana Polanía, la Señora Renatica, Pepita Mendieta, Generoso el Guajiro, el Tío Júpiter, Chopan o Nerón Navarrete, me hagan olvidar al menos por un momento, que la fiesta del fútbol nacional se nos llenó de colados, que llegaron con los zapatos sucios, que no trajeron nada de trago y que además se nos comieron la pega en la cocina.
Eutimio Pastrana Polanía (Hernando Casanova) y Rosalbita (Gloria Gómez),
en el gran Seriado Don Chinche.





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