Hace muchos años,
cuando apenas empezaba mi tierna infancia, la televisión en Colombia
tenía solamente tres canales, bueno, en realidad eran dos y medio, porque la
Cadena 3 solo transmitía por raticos y lo poco que pasaban por su pantalla,
eran en su mayoría, programas importados de carácter cultural pero más viejos que
el Almanaque Bristol.
Logotipo de la Cadena 2 de Inravisión.
Ya para esos años,
en plena década de los 80s (la mejor década de todas), yo comencé a entender un
poco más la vida que me rodeaba y claro, parte de ella comenzaba a girar en
torno al fútbol y al amor por mi equipo, motivado en gran parte por mi abuelo y
mi papá que me heredaron los colores y el buen gusto. Si bien en esos años la
vida era muy feliz, y se pasaba rápidamente entre jugar fútbol todo el día, los
guayos AS de suela roja, el muñeco de Guri Guri que venía con el Sustagen, los
Chitos (no los Cheetos), los Gudis, los Snackies de Queso, el Estralandia, los
carros Tonka o Majorette, las botas Machita, el mete gol tapa, los Garbage, Tarro, Yermis, las navidades con chispitas Mariposa y mucha pólvora, el
Heladino, Gárgamel corretiando a los Pitufos, los Thundercats, la Pizza Nosstra
y uno que otro carro bomba, la televisión era una parte central de mi
vida, y la de muchos otros que se maravillaban con un montón de programas
“enlatados” y nacionales, que nos marcaron para siempre.
Guri Guri, personaje de la novela Calamar, salió en muñecos
de plástico con la bebida instantánea Sustagen.
El horario de la
televisión criolla por esa época, era más extraño que ver a Adrián Vélez
pitando honestamente un clásico bogotano, ya que había que esperar hasta las
11:00 a.m. luego de unas horas largas de programas educativos (nunca conocí a
nadie que los viera por gusto propio), para que empezara la transmisión de seriados
y el noticiero del medio día; a eso de las 2:00 p.m. arrancaba nuevamente la
franja de la televisión educativa (bostezos!), y de nuevo hasta las 4:00 p.m.
volvía la programación normal que iba hasta las 11 o 12 de la noche. La jornada
cerraba con el himno nacional y la aparición de un letrero que decía: “Fin de
la Emisión”. De inmediato la pantalla se llenaba de barras de colores y quedaba
sonando un hermoso pitico que resultaba más fastidioso que la voz de Xiomy, un
discurso de Roy Barreras o las lambonerías de Carlos Antonio Vélez en un
partido de Nacional.
La hermosa Xiomara Xibille, animaba un programa infantil pero
su timbre de voz era toda una prueba de aguante para los televidentes.
Eso sí, el fin de
semana muy a las 7 a.m. ya habían dibujitos animados y programas que alegraban
a cualquier niño en sus dos días de “descanso”. Desde entonces siempre he
creído que a veces menos, es más! pues aunque no teníamos un servicio de
televisión con más de tres canales, ni mucho menos acceso a una señal las 24
horas, los programas y seriados de aquellos años eran realmente buenos, y entretenidos.
Así se veía la pantalla cuando Inravisión quedaba fuera del aire.
Y hoy en día, con
el FPC me pasa lo mismo, no sé si es que me estoy poniendo viejo (ahora estoy
en mis tiernos 30s), pero me da nostalgia recordar lo que era nuestro rentado
hace unos 25 años, cuando los equipos de siempre animaban el torneo. En esos
tiempos, los estadios no albergaban barras bravas, pero si acogían la gente
mezclada en las tribunas, se disfrutaba de la magia de verdaderos cracks en
diferentes equipos, y lo más importante, los hinchas aún eran fieles a sus
ciudades de origen, como Dios manda. Recuerdo con claridad que la liga era la de siempre, no cambiaba mucho en
realidad, pero siempre estaba condimentada con los mismos invitados como el Atlético
Bucaramanga, el América de Cali, el Cúcuta Deportivo, el Deportivo Cali, el Cristal
Caldas, el Deportes Quindío, el Deportivo Pereira, el Independiente Medellín, el
Atlético Junior, Millonarios, el Independiente Santa Fe, el Atlético Nacional, el
Unión Magdalena y el Deportes Tolima.
Cristal Caldas, 1983 con Alexis García, Manuel Rincón y Ricardo Chicho Pérez entre otros.
Aunque la Copa
Concasa (primer torneo de ascenso), inició en 1991 permitiendo a Envigado FC
ser el primer equipo ascendido en la historia del FPC, no sé muy bien en qué
momento nuestra Liga se transformó lentamente en un inquilinato pobre, desvencijado,
abandonado y más triste que un chiste de Sábados Felices, interpretado por los
actores del programa.
Sin ánimo de
ofender a nadie, el Fútbol Colombiano ha ido adoptando equipos que como almas
en pena van de cancha en cancha y de pueblo en pueblo, buscando que alguien los
quiera, pero basta ver las tribunas cuando fungen como locales en estadios que
parecen maquetas de obras negras, para darse cuenta que a veces hay más
vendedores de agua o policías bachilleres, que fanáticos de esas escuadras.
Obvio que la culpa no es de los que llegan a la A, quizás es más culpa de aquellos
que se fueron a segunda división y se amañaron en esa miedosa y confusa
categoría, a la que yo defino como una incómoda dimensión desconocida.
Yo sin ser hincha
de algunos equipos, extraño cada tanto al Ciclón Bananero, al Grande Matecaña o
al equipo Cuyabro, que al final siempre han tenido hinchas, mística, historia y
pasados más gloriosos que el presente de algunos recién llegados, que en muchos casos, dejan en
nosotros menos huella que un disco de Aura Cristina Gheitner.
Disco "Calor" de Aura Cristina Gheitner, 1994.
He llegado a pensar
que como acá copiamos todo lo malo, en algún momento de inspiración, los
viejitos barrigones de la Dimayor al borde de la llenura en cualquiera de sus
almuerzos, quisieron imitar al decadente torneo argentino que en el último
tiempo pasó de 20 a 30 equipos, de los cuales, si uno se descuida, los puede confundir
fácilmente con los participantes del Mil Ciudades o la Copa Milo. Veo muy difícil
que la Liga colombiana se depure, y ahora menos cuando con tantos equipos hay
partidos todo el día, todos los días, porque la televisión de hoy, así no sea buena
en contenido, pesa mucho en la ecuación.
Y les confieso, que
por mucho amor que le tenga al fútbol, me niego a someterme a gastar mi tiempo
viendo un Tulúa Vs Chicó en polvo de ladrillo, o un Jaguares – Alianza sin
tribuna oriental, o un Equidad – Fortaleza lleno de empleados de lado y lado en
la tribuna.
Mejor me refugio en
mis programas ochenteros, y a manera de terapia, ya mismo alisto el Betamax
Zenith, preparo el limpiador de cabezas y daré rienda suelta a mi archivo
privado, para que Colt Seavers, Willy Tanner, Agnus MacGyver, Murdock, Jodie, la
Familia Huxtable, Eutimio Pastrana Polanía, la Señora Renatica, Pepita Mendieta, Generoso el Guajiro, el Tío Júpiter, Chopan o Nerón
Navarrete, me hagan olvidar al menos por un momento, que la fiesta del fútbol nacional
se nos llenó de colados, que llegaron con los zapatos sucios, que no
trajeron nada de trago y que además se nos comieron la pega en la cocina.
Eutimio Pastrana Polanía (Hernando Casanova) y Rosalbita (Gloria Gómez),
en el gran Seriado Don Chinche.
Imágenes
Cortesía:
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