viernes, 9 de marzo de 2012

En La Cancha Solo Se Baila Con La Pelota

Por estos días renacieron discusiones en varios medios de comunicación sobre un tema viejo y repetido, gracias a un comunicado del Ministerio de Cultura que expresa la posibilidad de que en los estadios de fútbol de todo el país, se puedan presentar eventos culturales previo a una serie de requisitos que deben cumplir los organizadores de los mismos, esto basado en la ley 1493 de 2011.

En Colombia, partiendo que los estadios no son propiedad privada (como en un gran número de países alrededor del mundo, donde dichos escenarios en amplia mayoría son propiedad de los clubes de futbol o rugby), sino que tienen como dueño a la nación o al distrito, resulta bastante difícil dictar un criterio sin tener en cuenta esta base legal.

La discusión es reiterativa, pues desde hace varias décadas las diferencias son cíclicas entre quienes piensan que los estadios son para el que lo necesite, sin importar si con el alquiler del mismo rompen sillas, baños, cabinas de radio o peor aún, acaben con el activo más preciado de estadios antiguos como muchos de los nuestros: La Gramilla.

Aquellos que piensan en los estadios como lugar natural de esparcimiento para eventos masivos, creen en su mayoría que escenarios como esos son del pueblo y para el pueblo como un derecho natural ciudadano, y que lo que menos importa es ver al día siguiente de un concierto, la cancha llena de huecos dignos de cualquier avenida bogotana, las cabinas de radio rotas como si el estadio hubiera acogido una marcha de estudiantes de universidad pública en pleno día del trabajo o peor aún, encontrar los baños como si los hubieran prestado para las audiciones de Yo Me Llamo.

En este orden de ideas aquellos defensores de esta corriente dan por hecho que conciertos, festivales de trova, obras de teatro, mundiales de magia, viejotecas, sanaciones de pastores cristianos o recitales de despedida de ídolos  populares (que en cada enero amenazan con la gira final de su carrera), deben llevarse por lógica en los estadios de cada ciudad.

Yo aunque soy tan fanático de la música como del fútbol, considero que los estadios de nuestro país han sido maltratados históricamente en eventos culturales (incluso más que lo que se hayan afectado por peleas o desórdenes de barras bravas), y los que asistimos cada semana al estadio a ver fútbol, nos encontramos en más de una ocasión con vestigios apocalípticos de algún evento la noche inmediatamente anterior; a esto además hay que sumarle el tema climático, que con los inviernos que cada tanto vive el país agudizan el deterioro de los campos de juego, bien sea por malos mantenimientos de los drenajes o una fatal combinación entre el clima y los conciertos (ojala bailables) en épocas invernales, que acaban en una sola noche con los costosos gramados de los estadios locales.


Invierno en un Cancha Colombiana durante el Mundial Sub 20
Cabe recordar para poner un ejemplo, que en la Copa Libertadores del 2006, un partido de 8vos de final entre Independiente Santa Fe (Colombia) y las Chivas Rayadas de Guadalajara (México), tuvo que ser jugado en un lodazal impensable para la envergadura del torneo y de la ciudad que albergaba dicho evento, en una cancha no apta para un partido profesional, propicia para el juego brusco, para potenciales lesiones y para ver una cuota mínima de buen fútbol donde la pelota jamás rodó, pareciendo cuadrada más que redonda; consecuencia de esto el estadio el Campín tuvo que cerrarse más de dos meses hasta recuperar la cancha, todo un disparate en pleno torneo.

La culpa, dice la gente, fue en la mayoría de los casos de los organizadores o de los empresarios de esos eventos que deterioraron los escenarios, que no tomaron las medidas del caso, las cuales consistían simplemente en poner un buen tapete y pedir por los alto parlantes a la gente que se portaran bien, como si estuvieran en su propia casa; para mí, el tema es más profundo, pues asistí a muchos recitales que tenían tapete, lona o cobertores pero que aunque cumplían con ciertas especificaciones, no alcanzaban a proteger la gramilla y las demás instalaciones de la ignorancia de algunos vándalos y de cientos de  tacones puntilla, cigarrillos caseros, encendedores y algunos otros objetos contundentes que nadie sabe porqué alguien los lleva consigo y menos a un espectáculo público.


Grama Dañada Luego de un Concierto en Cali
El tema, en realidad parte de la carencia de educación que refleja el nivel de una sociedad que aún en pleno siglo XXI aprende a ser gente diariamente, o al menos trata de aprender a serlo. Pueden venir pólizas más exigentes para los empresarios, y soñar así que bandas de la talla de U2, Los Rolling Stones, AC/DC, o hasta la misma Madonna, reemplacen en el futuro cercano dentro de la agenda de conciertos a Alejandro Fernández, a Don Omar, a Servando y Florentino, a Marc Anthony o a RBD, pero seguramente sin importar la póliza vigente lo que importará al final será el comportamiento de la gente, ahí es donde en realidad debe trabajarse y anticiparse. Sueño eso sí, con el día que sin importar la clase de gente que entre a un estadio para asistir a un concierto o cualquier tipo de evento, se comporte como gente, así vayan a ver un mano a mano entre “El Gally” y Pipe Bueno, o así hayan adquirido la entrada con tapas de Konga, Link o Soda Wizz.

Es hora que la gente tome conciencia que gracias al pasado Mundial Sub 20, el estado (con dineros públicos) invirtió cientos de miles de millones de pesos para tener al menos los estadios de las sedes dignos y rejuvenecidos, todo un logro para un país como el nuestro que buscó estar acorde a un mundial de fútbol (así fuera juvenil) y para mostrar al mundo que en este país a pesar de todo, el cemento reemplazó al bareque hace muchos años.

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