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Maturana, Leonel y Bolillo. |
Lo único que se puede
rescatar es haber ganado la Copa América en 2001 cuando nosotros mismos
organizamos el certamen, al cual Argentina no vino por miedo a que le
secuestraran todo el equipo y otros grandes como Paraguay, Brasil y Chile tan
solo trajeron equipos mixtos. En todo caso la copa quedó en nuestras vitrinas
para la historia y aunque la alzó Pacho Maturana, en realidad la había gestado
con trabajo hacía casi dos años Luis Augusto
Chiqui García.
La selección del Pibe, el Tino, Rincón, El Tren o
Higuita cumplió su ciclo y marcó su historia, pero estos ídolos envejecieron y
se retiraron de la actividad profesional para darle paso a las nuevas
generaciones que ya venían en cola. Sin embargo los que llegaron nunca
alcanzaron el nivel de sus antecesores, no por falta de ganas sino porque
simplemente sus condiciones no eran tan privilegiadas como las del equipo del
94.
Pasaron muchos
jugadores que aunque cumplían con sus clubes en el exterior o el torneo local,
jamás estuvieron al nivel del Mono y sus amigos. Muestra de ello era tener a
Juan Pablo Ángel con los colores de la tricolor, quien se cansaba de hacer
goles en el Aston Villa de la Premier League, pero que cuando vestía la casaca
amarilla perdía su olfato y su efectividad dentro del área rival. Y en la misma
forma, pasaron Amaranto Perea, Miguel Calero, Juan Carlos Henao, Javier Choronta Restrepo, Frankie Oviedo,
Maler Tressor Moreno y el siempre protegido de la dupla Maturana-Gómez, Víctor
Aristizabal, a quien ellos mismos bautizaron increíblemente como el mejor
jugador del mundo sin balón, una frase tan macondiana como inaceptable.
Y como pasaron
jugadores pasaron entrenadores, en la eliminatoria hacia Corea y Japón 2002, el
Chiqui García fue despedido aún
cuando había cumplido una campaña aceptable y para el momento de su salida, la
selección estaba clasificada; sin embargo Maturana se hizo cargo y acabó por
eliminar al equipo en la segunda ronda de la fase clasificatoria, perdiendo
partidos claves en Bogotá, con mala escogencia de la nómina y un pésimo planteo
táctico. Luego lo más fácil fue echarle la culpa a Bogotá, ciudad que si cumplió
hasta la última fecha del calendario, llenando casi siempre el Estadio el
Campín y respaldando a muerte en los partidos contra Argentina, Brasil y
Paraguay. Pero el querido Pacho que parecía un dictador africano que se
aferraba cada día más a su cargo, salió del combinado pero volvió como los malos
políticos rápidamente, para dirigir a Colombia en la Copa Confederaciones donde
no se hizo mayor cosa.
Maturana arrancó un
nueva eliminatoria en 2003 con miras a clasificar para Alemania 2006 pero
perdió algunos de los primeros partidos con Brasil y con Venezuela ambos en
Barranquilla, lo que al cabo de unas semanas lo dejó al margen de la dirección
del equipo siendo reemplazado por Reinaldo Rueda. El vallecaucano aunque trató
de enderezar el camino y sacó puntos importantes en casa, perdió su propio
pulso al final y se dejó sacar del bolsillo un partido con Uruguay en
Montevideo para terminarlo perdiendo 3-2 en los últimos instantes del mismo, eso
sentenció la suerte y volvieron a faltar un par de goles para aspirar siquiera al
repechaje. Para los que no lo mencionan, les recuerdo que ese fracaso se dio en
Barranquilla y que ese verso que repiten como radios rotos, que en la Arenosa
clasificamos a tres mundiales es solo una coincidencia de haber jugado allá con
la mejor camada de la historia, con ese equipo habríamos clasificado en Cereté,
Paipa, Apulo o Puerto Inírida.
Para 2007 la Federación
y sus directivos quisieron reorientar el rumbo con la presión de todo el país y
se nombró en el banco técnico a Jorge Luis Pinto, hombre de amplio recorrido,
campeón en el exterior y un estudioso del fútbol, así paralelamente le
devolvieron la sede a Bogotá y la era Pinto inició su ciclo. Para su mala
suerte lo hizo en la Copa América de Venezuela 2007 donde Mario Yepes e Iván
Ramiro Córdoba, por mencionar solo dos líderes,
le armaron sindicato y generaron la eliminación del equipo en la primera ronda,
algo que no sucedía hacía muchos años con sendas goleadas incluidas. El equipo
desde entonces se partió por dentro y aunque la eliminatoria empezó a paso
firme, empatando con Brasil en Bogotá, con Bolivia en La Paz y con apretadas
victorias nuevamente de local contra Venezuela y Argentina, en la mitad del
camino se perdió el norte y al ceder puntos importantes contra rivales directos
Pinto no tuvo más que renunciar al cargo al caer con Chile goleado en Santiago.
En ese momento los
sabios directivos entregaron la selección a Eduardo Lara, quien había cumplido
un buen papel como seleccionador nacional de las categorías juveniles, pero a
quien el equipo Mayor le quedaba grande por muchas razones, el tiempo confirmó
su falta de experiencia y manejo de grupo, dejando a Colombia de nuevo como
espectador del Mundial de Sudáfrica 2010. Era obvio que un entrenador que lloraba
por empatar un partido no transmitía mucha confianza en el grupo de jugadores
ni en el país mismo.
Pero al que no quiere
caldo la Federación le da hasta cuatro tazas y sin pena se nombró de nuevo en
el equipo patrio a Hernán Darío Gómez (como premio a sus últimos fracasos fuera
y dentro del país) quien hizo una Copa América muy pobre en Argentina 2011,
ganándole solo a la Sub 20 de Costa Rica y a Bolivia, el peor equipo de Suramérica
y quedando eliminados en octavos de final sorpresivamente con Perú. Pero la
mala fortuna de Bolillo, a quien cogieron con las manos en la moza cuando unos
malos tragos le jugaron en contra y la golpeó en la vía pública, le generó un
escándalo mediático que lo llevó a dimitir del cargo semanas antes de
arrancar la nueva eliminatoria para Brasil 2014. La federación que se siente bien
equivocándose cada vez con mayor seguridad en sus decisiones, entonces nombró
en su reemplazo a un ídolo de los 90s, el conocido Leonel Álvarez quien por su
afinidad regional y laboral con Gómez no ofrecía ninguna esperanza de cambio, y
que en menos de tres partidos ratificó su falta de preparación perdiendo en
Barranquilla 5 puntos de 6 posibles, comienzo nefasto que lo dejó cesante en
pocas semanas.
La esperanza se apago
de nuevo, y Colombia que ya no admite más fracasos de repente vivió un
milagroso renacer, cuando se nombro como Director Técnico del Equipo Nacional a
José Néstor Pekerman, un argentino ganador de mundiales juveniles, con
experiencia en categoría de mayores en el equipo albiceleste y hasta con una
hija nacida en Colombia a quien tuvo, cuando él era jugador del Independiente
Medellín; y si bien muchos periodistas de la cuerda de Antioquia hicieron hasta
lo imposible por indultar a Hernán Darío y devolverle su trono, al final no lo
lograron.
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Pekerman en su debut con la Selección Colombia ante México. |
Hola Sergio, está muy bueno su blog. Creo que le faltan imágenes en los artículos para ilustrar y enfocar el interes de los lectores. Felicidades.
ResponderEliminarHola Gus, tendré en cuenta la sugerencia....ando justamente viendo la forma de hacer algo más impactante en el diseño pero bueno, lo iremos mejorando! un abrazo
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